miércoles, 21 de diciembre de 2011

No estoy acostumbrada

a expresar que estoy profundamente agradecida, sin sentir que estoy siendo intrusiva, a pedir ayuda, a dejar que me miren realmente enojada... a mirarme realmente enojada.

Ayer fue un día por lo demás interesante, desde el lunes. Decidí que me acompañarían en mi inicio de vacaciones Kierkegaard (que ha quedado olvidado) y mi libreta bonita, para leerme un rato. La constante, el miedo y la ansiedad... contrarios a lo que en este momento siento, o distintos. No hay ansiedad, hay miedo, hay enojo, hay agradecimiento, hay tranquilidad de pronto, hay satisfacción... vamos me estoy permitiendo cautivarme...

En dicha libreta cito una frase de Pessoa: "Todo me emociona, nada me cautiva" o algo por el estilo... y entonces ahí me explicaba a mí misma cómo es que no me dejo atrapar, o no dejo que nada, ni nadie, atrape por completo mi atención, siempre me quedo a medias... dirían por ahí.

Ayer fui a ver a Escher... un gusto que no sabía si era propio o ajeno durante una época. (J. me lo presentó y durante algún tiempo me preguntaba si algunas de las cosas que me compartió me gustaban por mí misma, o por haber sido compartidas)... si me quedaba alguna duda ( que no) ... estar frente a litografias y Xilografías... que sólo veía en posters o en versión digital... hizo que en una sala de exhibición medio llena... o medio vacía... la piel se me enchinara, los ojos se me humedecieran y sintiera tan intensa la emoción que sin lugar a duda... Escher me encanta... y una de las virtudes de ir sola es que no siento la necesidad de tener que andar explicando por qué parada frente a una pequeña litografía, me quedo como pasmada con lágrimas en los ojos y la piel como si muriera de frío.

Después de esta experiencia parecería que nada puede mejorar, pero tener a seres tan grandes en mi vida hace que todo mejore. E. probablemente no sepa que tan agradecida estoy con ella, todo lo que ha hecho por mí, que supongo no es ni la mitad de lo que ha hecho por G., agradecida con G. por habérmela presentado, sentir cómo la presión de mi espalda está también en mis pies, en cada vértebra, en cada hueso, cada tendón, músculo, en cada célula. Carajo... y que pronunciara las palabras mágicas "puedo mirarte en tu enojo, también tu enojo tiene derecho a ser mirado"...

No hay comentarios: