Ayer en el creador oficial de la Tercera República Francesa...

me di cuenta que estoy a nada de graduarme... me imaginé de pronto como si hubiera estado ya desde hace rato cargando algo muy pesado, que justo ayer (más evidente) comenzó a doler... es un dolor soportable - hasta cierto punto-, talvez de esos que sientes cuando estás realizando mucho ejercicio y no lo haz hecho en años... a la mañana siguiente todos tus músculos te recuerdan que tu cuerpo tuvo finalmente justicia... y así un constante dolor muscular que corresponde al alma (para ponernos metafísicos).

Ayer el Aleph como para huir de Foucault, de la carpa, del cartel, de todo, ayer el Aleph debajo del pollo en chipotle y la ternera en salsa de sabeDios cuántos quesos, justo antes del chocolate blanco con salsa de fresa y mango, precedido por una sopa porto-bello, entre seis entradas y cremas, por un lado, y postres de boda para finalizar. Ilusa yo, intentando huir justo para llegar al punto en el que todos los puntos se encuentran. Y una esfera completamente lisa... no no es posible, casi lisa, que si fuera del tamaño de la tierra tendría su "imperfección" tan grande de solamente como dos metros... casi lisa, la más perfecta hasta ahora construida por el hombre. El Aleph en donde presente, pasado y futuro no existen.

Pero entonces no nada más Borges... sino Zambrano diciéndome que esto es un sueño: Pues que si el hombre entra en vigilia por el despertar es porque en el sueño inicial que parece ser su vida primera, no puede alcanzarse a sí mismo, a ser sí mismo. Porque si la vida es sueño, es sueño que pide despertar. Enajenación inicial de alguien que busca identificarse. Y de ahí la angustia subyacente bajo los sueños, aun los felices. Pues es que el sueño pide realidad.

No es un Aleph... es un Panóptico al puro estilo foucoultiano... en donde siempre hay algo, aún, que se escapa y sólo es posible intuir que está ahí... en el rabillo del ojo.