lunes, 15 de diciembre de 2008

Rapitido

Estoy cansada, demasiado, desde en la mañana desperté con sueño :'(... Por ello, y otras cosas más, el día de hoy tenía un ánimo por los suelos. Fui al Claustro y después de arreglar todos mis pendientes y comer "gratis" y "platicando" de filosofía me encaminé hacia el metro, mi ánimo en realidad seguía muy muy mal... y ahora que les escribo sigo no chipil tal cual porque no tengo ganas de llorar, sino así como buh :(... En fin, pues ya estaba esperando el metro en el andén (después de tener una breve discusión telefónica) y en eso pensé: "Si lo que va a suceder si me voy a mi casa es que me sienta mal allá y esté tristeando y toda la cosa... pues igual ya estoy aquí [en el centro] y por lo menos me distraigo"...

Que lindo es caminar sin tener un camino definido, sin estar buscando a nadie o nada en específico, sino simplemente disfrutando de la ciudad. Así compré unas pastitas, 100 g., (de esas galletitas) que estaban buenas... las mejores fueron las de chispas de colores :), y caminé y caminé y dejé pasar varios cafecitos porque dije debo probar uno nuevo, el caso es que llegué sin "querer queriendo" al primer cafecito que se me había ocurrido cuando empecé la caminata y que abandoné precisamente porque no tenía ganas de andarlo buscando. Ahí estuve un rato con poemas rebonitos colgados del techo, leyendo, y escribiendo, al escribir se me ocurrió una historia, se las pondría aquí pero precisamente eso es lo que haría que no vuelva a intentar medio escribir. Fue bonito, hasta que el señor al que todos saludaban se dio cuenta de mi presencia (no en sentido de "Hola ¿Qué tal?" Y ya no pude seguir imaginando y estando de chismosa en su mesa y en la de a lado para incluirlos en la historia, y me dio pena que se diera cuenta de que estaba observándolos a todos detenidamente, entonces vino Heidegger y su vida a sacarme del aprieto y me dediqué a leer mientras tomé un te chai que hasta eso estaba rico. Buen lugar: Donceles #66.

Ya de salida decidí que en algún punto me toparía con un metro y que no tenía razón para empezar a pensar, del todo, por donde irme. Salí por Santo Domingo y ahí el señor de adelante tiró un billete de 200... y ahora soy rica jijiji... nop, pues tomé el billete y empecé a caminar al ritmo del dueño que para ese entonces se estaba alejando hasta que grité "¡Señor, Señor! ¡Se le cayó su billete!" Y tons todos los señores voltearon jijiji... y el señor con su cara de "¿Gracias? ¿Será esto un timo?¿Estás mal de tu cabeza regresando billetes que el descuido ajeno provoca tirar?" Y tons yo me sentí feliz. El señor me agradeció, me dijo que no le parecía posible que alguien regresara dinero y que en pocas palabras era un amor... y mi ánimo se levantó no tanto por lo que dijo el señor, sino por saber que hice lo correcto y la felicidad de poner aunque sea poquito de granitos de arena.

Y mi ánimo de buena voluntad sigió hasta que pasé por el Monte de Piedad y me dio triste :'(... y tons en el metro una señora llevaba muchas cosas y le ayudé a cargarlas... es que quiero comprender que no puedo cambiar al mundo de un jalón y por completo, pero si puedo contribuir a que al menos mi forma de vivirlo se modifique y vaya de acuerdo a lo que yo quiero.

Tengo friíto :), así que me iré a descansar, mañana habrá que encarar varias cosas que me preocupan.

Besos.

Patty

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