en especial poder encontrar las palabras precisas, la manera, la forma. la estructura para que todo esto que traigo dentro pudiera expresarlo, para nadie, o para quién más importa que soy yo.
Quisiera llegar desde la autenticidad conmigo misma, confesarme que no sé nada, que muchas veces no tengo ni la menor idea, que emociona, que me apasiona, que no sabía que tirándome de cabeza al absurdo, de pronto y sin saberlo se podía ir y regresar, que ya en el absurdo es tan fácil aprender a volar y a olvidar, que ya dando el paso, te puedes regresar a tu punto inicial y hacer como que no lo diste nunca, para empezar el eterno retorno hasta que de nuevo decido tirarme...
Y ahora me encuentro llorando ante una imagen que hace algunos ayeres no sería más que una fuerte representación de lo que algunos espíritus humanos pueden lograr o pueden creer, creo pero dudo. Diría San Agustín que en esta duda estoy en camino de la santidad. ¡Yo no quiero ser santa! Yo sólo quiero ser y punto. Lo cual implicaría no estar siendo y ya entiendo cómo llegan los delirios de grandeza. Pero mi sensatez, baja autoestima o cobardía, afortunadamente me impiden llegar a tales desvarios. Porque ahí si Parménides se equivocó y yo soy del equipo heraclitiano. Estoy continuamente siendo y dejando de ser. NI hablar a mi eso de la eternidad no se me da... ahora la experimento en otro. Me siento tan grande y tan chiquita frente a todo.
Tal vez en esto consiste arriesgarse... y sobre todo arriesgarme. Que me vaya la vida o la cordura.
Hace algún tiempo mi hermana me comentaba cómo es que a ella, espíritu a la usanza de Parménides le confiarían la dirección, y yo también lo haría. Si tuviera que elegir a alguien que decidiera por mi para irme por el camino seguro... la elegiría a ella. Yo jamás seré el pilar inamovible, de pronto me doy la impresión de ser de esas estructuras de algún material que no recuerdo el nombre... como la tapa de mi termo... que tienen una estructura medianamente definida y flexibles, pero no al grado de poder llegar a cualquier figuar. La tapa es la tapa y puede doblarse, moverse, pero regresa a ser tapa. Esa tapa no soportaría ser cimiento, pero es muy útil para otros menesteres.
A veces me preocupa no ser cimiento, y otras veces, me parece que si lo fuera, me sentiría asfixiada y lo agradezco.
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