Ya hace algunos años murió. Hoy mi mamá estuvo triste, no sabía la razón por la cual le dolía la cabeza, sólo fue necesario mirar su cara para saber porqué.
En este nuevo ánimo que el cumpleaños de la abuela meme trajo a mi, como corolario del 28 pasado y preparación del 11 próx. puse un poco en orden algunas cosas (no todas), y establecí ya un espacio ordenado que cumple la función del centro devocional donde además de las cosas acostumbradas (arena, conchas de mar, el árbol de la vida, los floreros, las fotos, la caja con pétalos de la flor que para mi significa el gran regalo de la amistad, el quijote de G. la tortuga alajero, la cajita de Qro., las velas y demás chunches queridos)... situé en un lugar especial la cruz que una alumna me regaló hace poco cuando acompañé a la comunidad del colegio en su peregrinación.
Contrario a lo que C. o cualquier podría pensar, cualquier evento que implique devoción y espiritualidad me cautiva y me causa mucha curiosidad. Esa cruz para mí, no es el símbolo de la muerte de Jesucristo, ni el símbolo de mi fe en la religión cristiana, es el símbolo de mi fe en mí misma, en la fe que tengo en el mundo, en la gente que quiero, en mis alumnos y en mi poco o mucho trabajo con ellos.
Estoy conmovida en este momento porque acabo de leer algo que en un inicio me intraquilizó un poco, me aparté rápidamente de la baja frecuencia y de mi mente y estoy disfrutando ahora de ese gran regalo con lágrimas en los ojos... viendo a lo lejos mi rincón devocional con todas las cosas lindas que bien podrían no estar y seguiría el sentimiento
(lo he dedicado y lo he ordenado sin apego, cualquier día podría regalar todos y cada uno de los elementos que lo integra... y creo que eventualmente lo haré, pero mantenerlos ahora es parte del proceso)
Y todo esto surgió porque entre algunas de las chucherías también se encuentra el primer y único boleto de lotería que he comprado.
Recuerdo que ya lo escribí por acá pero no encuentro la entrada pa' dirigir. Total rápidamente: estaba hace algunos ayeres (septiembre de 2009), tomando un café en Regina, tratando de escribir y de pensar un poco en mis propias penas, cuandoooo un señor ya mayor me ofreció cachitos de lotería, y le comentaba que no compraba ninguno porque no sabía cómo jugar. Entonces él me dijo que era muy fácil y que no se trataba de saber sino de sentir; que eligiera cualquiera que en ese momento me pareciera un buen cachito y seguro ganaría algo. (Hay tanta persona tan sabia y ni se da cuenta... cuán sabio fue aquello que me dijo este señor).
Acto seguido, dos días después tenía un cachito con algo más que un reintegro (no sé cuánto más, pero si algo más)... que nunca decidí cambiar... pa' recordar cómo es que la "suerte" en realidad es cuestión de voluntad y no de fortuna.
Hace casi una semana, volví a encontrar a la señora (mayor también) que tiene un puestito en el trasborde en salto del agua de la rosa a la verde o viceversa y como algunas otras ocasiones decidí comprar un ráscale. Más por la emoción que me produce razcar la zona gris, el recuerdo de comprar cuando pequeña con mi abuelo para comprar una casa a mi abuela con el premio, y porque la señora se ve que le hecha ganas y me da gusto poder contribuir con alguien tan trabajadora... pero a diferencia de las otras ocasiones esta vez decidí que sacaría algún premio mayor a los $5 que normalmente saco. Mañana he decidido: cobraré mis $100 pesos, le daré el 20% a la señora por contribuir a mi buen humor de la semana pasada y le diré a la vida y a mí misma "si, acepto todos y cada uno de tus regalos".
Porque a diferencia de hace poquito más de dos años en donde todo era buscar constancia de que algo bueno puede suceder... comprarle a la señora es constancia de que sé, siento y creo profundamente que siempre algo bueno sucede, que no hay pena si decido que no haya pena...
Estoy contenta... y melancólica.
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