martes, 2 de febrero de 2010

El palacio y catedral del baile


Cuando era pequeña e íbamos a casa de mi abuela paterna o algún lugar que para mí misma era lejesisísimos... un indicador de que faltaba menos para llegar a casa... era un lugar que siempre siempre me ha dado curiosidad: El California Dancing Club... además había escuchado historias tan interesantes que iban del cine mexicano, al mejor amigo de mi padre, hasta sórdidos relatos propios de un lugar de mala muerte.

Y nos dio el día en que ni mi miedo a hacer cosas nuevas, ni el clima, ni la hora... impidieran que llegáramos al Califas.

Toda una experiencia... empezando porque justo a ladito hay un barecito tipo cantina barata con sillas y mesas de plástico con el logo de su cerveza preferida y tuvimos la fortuna de llegar al mismo tiempo que el grupo musical SIMBA. En la entrada que se me hizo muy parecida a la de la arena méxico (píquele ahí pa'l reporte de visita a tan prestiogioso lugar) PERO pues acá hay fotitos de Mariana y su esposo, dueños del lugar, con los artistas que han pasado por ahí. Un lugar que no ha cerrado sus puertas ante ningún momento de adversidad en todos sus años de existencia... aunque en realidad las fotitos las vi de reojo porque mi emoción y miedo eran demasiados.

Total que el "recibidor" y las taquillas se encontraban llenos de la "muchachada" como diría mi abuelita, y los no tan muchachos. En un principio pensamos que estaban formados para entrar, pero la realidad es que posiblemente no lo harían porque muchos de ellos no portaban credencial. Para nuestra tranquilidad no nos pidieron "credencial", después pensé que era porque seguramente ya nos vemos muy mayorcitos jajaja.

Total que estábamos Pastelo y yo a punto de entrar a 56 años de historia y yo moría de miedo y él... de ganas de ir al baño. Cuando llegamos el grupo, como ya les había dicho, todavía no se instalaba. Total que escuchamos los primeros acordes detrás de una cortina rayada que hace las veces de cadena, ocultando los placeres danzísticos que se encuentran en el salón. Ataviado con columna llenas de guirnaldas de "pino artificial", macetitas con florecitas igual de naturales, y algunas tienen "baquitas". Además ,¡pura música cumbiachera!

¿Imaginen escuchar canciones de los fabulosos y del tri y quién sabe quienes más en versión cumbia? Pues con esos sones nos dimos la divertida de nuestra vida intentando copiar los pasitos sexies de la pareja (ya mayorcita) que bailaba a nuestro lado.

Decepción del momento: si vendían cerveza. Lo bonito: conversamos con el señor que vendía flanes y nos dijo que por esos lares "no les gusta la salsa, pura cumbia, por ahí de pronto vienen santaneras y hay salsa y así... pero es lo menos común", pudimos bailar sin pena (bueno un poquito) compartiendo pista con expertos de todas las edades. Desde las chicas y chicos que aduras penas entran, hasta los adultos mayores, con gran habilidad para darle duro al taconazo.

Y así bailamos por tres horas con sus respectivos traspiés. Al salir, el estacionamiento, que a nuestra llegada se encontraba prácticamente vacío, estaba a reventar y el chico encargado al preguntarle cuál era la manera de sacar el coche si había tres delante de él. Nos dijo que no había de otra más que esperar a que todo mundo saliera... después del susto... muy amable nos ayudó a salir sin problema.

Así como en su momento pensé que yo fui o debí haber sido hija de un luchador... creo que en mis buenas épocas yo asistía al California y con suerte era hasta fichera (aunque no estoy segura de que acá haya habido señoritas con dicha profesión).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué te puedo yo decir Patty?

* Nay * dijo...

jajajajaja ficheraaaaa jajajajajaja patricia "exuberante" aragon jajajajajajajaja